viernes, 2 de septiembre de 2005

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Un autor fresco, ácido y con una imaginación de lunático. Todavía se puede inventar algo... http://www.joseluissaorin.com
No dejan indiferentes sus cuentos:
http://www.jorgeeduardobenavides.com
Otro escritor con mucha calidad y mucho futuro: http://www.pablomartincarbajal.com/

Cuentos

ESQUIZOFRENIA SURREALISTA

Me encontraba en ese duermevela que precede a la medianoche en la cama. Me empezó a picar la cabeza. Al principio no lo di importancia. Tampoco quise moverme pues temía desvelarme y estaba tan a gusto, abrigado con el edredón, calentito, protegido de la amenaza exterior del frío y la oscuridad. Con la almohada firme pero blanda, acogedora como un abrazo.
El hormigueo continuaba y era como pequeños pinchazos de una aguja fina. Molestos más que dolorosos. No pude aguantar más y me rasqué. Las yemas de mis dedos notaron una pequeña protuberancia. Un granito, pensé. Rasqué más fuerte hasta que lo reventé. Apenas una gota de sangre. Cedió el picor.
Pero volvió enseguida. Más intenso, como un cosquilleo ardiente. Iba creciendo irritante. Apliqué toda la ira de mis uñas en alisar la superficie de mi cabeza. Si hubiese sido calvo habría abierto un cráter en la lisura de mi cresta pero mi pelo rizado se enredaba en mis dedos frenándome. Rasqué y rasqué. Era un picor insoportable. Limé la piel hasta borrarla y sentir el calor de la carne abierta en mis dedos. Escocía al tacto. Sin embargo no había eliminado el prurito. Seguía allí, enterrado, rabioso e inquieto. Me provocaba con su intensidad así que seguí arañando hasta poder hender mis dedos en la cabeza. Me asusté un poco al tocar hueso.
Sin embargo, seguía teniendo esa comezón desquiciante. Estaba enterrada bajo mi cráneo y me roía como una familia de ratas hambrientas. Ya no podía hurgar más con mis uñas así que coloqué varios espejos de forma que me permitiesen ver la parte superior de mi cabeza. Saqué un cortafrío de la caja de herramientas y lo martilleé hasta lograr una hendidura en el cráneo. La picazón cesó por un momento. Esperé al dolor en vano. Ni siquiera llegaron borbotones granates de sangre y cerebro. Nada, mi cerebro era una entelequia. Tenía la calavera hueca.
Eso explicaba muchas cosas en mi vida, muchas de mis argumentaciones y actitudes. Mi intelecto era ciencia ficción, una utopía.
Como anunciando un terremoto, una vibración empezó a cosquillear en las paredes de mi cráneo polvoriento. Arrugué la vista para escrutar en el interior del socavón que había hecho y no distinguí más que polvo y telarañas. Incluso manaba un olor rancio a humedad y aire estancado. Tenía la sensación de que un ejército de patitas como alfileres desfilaba por los parietales, el occipital, los esfenoides y los temporales. Igual que la espuma de una cerveza rebosa en una jarra, del agujero de mi cabeza comenzaron a salir arañas. La mayoría diminutas, otras algo más grandes y tan sólo unas pocas enormes. Esa infinidad de patitas escuálidas, finas como hilos pero duras y afiladas eran las causantes del insoportable picor.
Salían miles, como ratas abandonando un barco que se hunde, como el champán agitado al descorcharse. Dejaban para siempre su nido y las telarañas en mi interior. Y yo me iba vaciando. Mis ojos se apagaban y la energía de mis manos se desvanecía. Se me cayó el cincel al suelo al tiempo que la araña más rezagada se descolgaba de su tela y se alejaba almohada arriba. Me rendí por fin al eterno letargo.

Talleres de escritura

Taller Literario Corsarios (Suances)

Se ha abierto el nuevo plazo de matrícula para el curso de iniciación a la escritura. Información e inscripciones en el Ayuntamiento de Suances y en la Casa de Cultura de Suances. ¡Ánimo!